viernes, 29 de enero de 2010

León Tolstoi


(Liev Nikoláievich Tolstói; Yasnaia Poliana, 1828 - Astapovo, 1910) Escritor ruso. Hijo del noble propietario y de la acaudalada princesa María Volkonski, Tolstói viviría siempre escindido entre esos dos espacios simbólicos que son la gran urbe y el campo, pues si el primero representaba para él el deleite, el derroche y el lujo de quienes ambicionaban brillar en sociedad, el segundo, por el que sintió devoción, era el lugar del laborioso alumbramiento de sus preclaros sueños literarios.

El muchacho quedó precozmente huérfano, porque su madre falleció a los dos años de haberlo concebido y su padre murió en 1837.

Al salir de la universidad, en 1847, escapó de las populosas urbes y se refugió entre los campesinos de su Yasnaia Poliana natal, sufriendo su conciencia una profunda sacudida ante el espectáculo del dolor y la miseria de sus siervos. A raíz de esta descorazonadora experiencia, concibió la noble idea de consagrarse al mejoramiento y enmienda de las opresivas condiciones de los pobres, pero aún no sabía por dónde empezar.

Lampiño en su época de estudiante, mostachudo en el ejército y barbado en la década de los sesenta, la estampa que se hizo más célebre de Tolstoi es la que lo retrata ya anciano, con las luengas y pobladas barbas blancas reposando en el pecho, el enérgico rostro hendido por una miríada de arrugas y los ojos alucinados. Pero esta emblemática imagen de patriarca terminó por adoptarla en su excéntrica vejez tras arduas batallas para reformar la vida social de su patria, empresa ésta jalonada en demasiadas ocasiones por inapelables derrotas.

Durante algún tiempo viajó por Francia, Alemania, Suiza..., y de allí se trajo las revolucionarias ideas pedagógicas que le moverían a abrir una escuela para pobres y fundar un periódico sobre temas didácticos al que puso por nombre Yasnaia Poliana. La enseñanza en su institución era completamente gratuita, los alumnos podían entrar y salir de clase a su antojo y jamás, por ningún motivo, se procedía al más mínimo castigo. La escuela estaba ubicada en una casa próxima a la que habitaba Tolstoi y la base de la enseñanza era el Antiguo Testamento.

Pronto fue imitada por otras, pero su peligrosa novedad, junto a los ataques del escritor contra la censura y a su reivindicación de la libertad de palabra para todos, incluso para los disidentes políticos, despertó las iras del gobierno que a los pocos años mandó cerrarla. Era uno de los primeros reveses de su proyecto reformador y uno de los primeros encontronazos con las fuerzas vivas de Rusia, aunque no sería el único. Sus discrepancias con la Iglesia Ortodoxa también se hicieron notorias al negar abiertamente su parafernalia litúrgica, denunciar la inútil profusión de iconos, los enrarecidos ambientes con olor a incienso y la hipocresía y superficialidad de los popes.

La principal de obra de Tolstoi es Ana Karenina (1875-1876), donde se relata una febril pasión adúltera, pero también son impresionantes La sonata a Kreutzer (1890), curiosa condenación del matrimonio, y la que es acaso más patética de todas: La muerte de Iván Ilich (1885).

En cierto modo, la biografía de León Tolstoi constituye una infatigable exploración de las claves de esa sociedad plural y a menudo cruel que lo rodeaba, por lo que consagró toda su vida a la búsqueda dramática del compromiso más sincero y honesto que podía establecer con ella. Aristócrata refinado y opulento, acabó por definirse paradójicamante como anarquista cristiano, provocando el desconcierto entre los de su clase; creyente convencido de la verdad del Evangelio, mantuvo abiertos enfrentamientos con la Iglesia Ortodoxa y fue excomulgado; promotor de bienintencionadas reformas sociales, no obtuvo el reconocimiento ni la admiración de los radicales ni de los revolucionarios; héroe en la guerra de Crimea, enarboló después la bandera de la mansedumbre y la piedad como las más altas virtudes; y, en fin, discutible y discutido pensador social, nadie le niega hoy haber dado a la imprenta una obra literaria inmensa, una de las mayores de todos los tiempos, donde la epopeya y el lirismo se entreveran y donde la guerra y la paz de los pueblos cobran realidad plásticamente en los lujosos salones y en los campos de batalla, en las ilusiones irreductibles y en los furiosos tormentos del asendereado corazón humano.

Paulo Coelho


(Río de Janeiro, 1947) Narrador, periodista y guionista de televisión brasileño.
Paulo Coelho se ha adentrado con éxito en mundos tan dispares como el de la música, la prensa, el teatro o la televisión, aunque su nombre haya quedado definitivamente consagrado en el ámbito de la narrativa contemporánea, género que ha enriquecido con una de las novelas breves más importantes del último cuarto del siglo XX: El alquimista.
Hijo de una familia acomodada, Paulo Coelho recibió una esmerada educación primaria y secundaria a cargo de los jesuitas, de donde pasó a cursar estudios superiores de Derecho. Pero, alentado desde muy temprana edad por una marcada vocación literaria, abandonó estos estudios universitarios para dejarse llevar por su pasión por la escritura y dedicarse a cualquier actividad que le permitiría estar en contacto directo con la creación literaria.

Mientras desempeñaba variadas actividades, Coelho no abandonaba su empeño de convertirse en un escritor consagrado. Finalmente, en 1981, viajó a Holanda para entablar contacto directo con un misterioso personaje, Jean, que a partir de entonces se convirtió en su maestro y empezó a ejercer sobre el escritor brasileño una influencia similar a la que deja en sus acólitos un guía espiritual.
Jean introdujo a Paulo Coelho en la hermandad RAM (Regnum Agnum Mundi), una especie de orden religiosa de confesión católica. A partir de entonces, Coelho, que fue nombrado caballero de dicha orden.
En 1988 Paulo Coelho desarrolla una obra breve titulada L'Alchimista (El alquimista, 1988).
El alquimista se convirtió de inmediato en uno de los mayores éxitos contemporáneos de la literatura escrita en lengua portuguesa. Fue traducida a numerosos idiomas, y batió todos los récords de permanencia en las listas de los libros más vendidos de Brasil, Francia, Italia e Israel.
La crítica literaria universal, admirada no sólo por la calidad de El alquimista, sino por la sorprendente circunstancia de que Coelho se hubiera convertido de repente en el escritor hispanoamericano que más libros vendía en todo el mundo (después de Gabriel García Márquez), no escatimó sus elogios a la hora de situar esta obra a la altura de otras piezas maestras del género, como El Principito de Antonie de Saint-Exupéry o Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach.
Además de El alquimista, el escritor brasileño también es autor de otras obras que han merecido el reconocimiento unánime de la crítica universal.
Entre otros reconocimientos, Paulo Coelho fue nombrado en Francia Caballero de las Artes y las Letras (1996) y Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor (2000), en el mismo país, y obtuvo el Premio Internacional Flaiano (1996) y el Premio Literario Super Grinzane Cavour (1996). Además, es consejero especial de la Unesco para el programa de convergencia espiritual y diálogos interculturales.